La amabilidad y generosidad de Bahá'u'lláh
- Bahais Gran Asuncion
- Oct 18, 2017
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A continuación, se comparten unas pocas historias de Bahá'u'lláh (aunque insuficientes) sobre Su extrema amabilidad y generosidad, que esperamos quizás complementen su lectura de la vida y Misión de la Bendita Belleza.
Un día a la puesta del sol, la Antigua Belleza visitó la casa donde vivía Nabíl-i-Zarandí y algunos de sus amigos. Estaba situada en frente de Su propia casa y estaba desprovista de mobiliario. "Esta casa es verdaderamente placentera", se Le oyó decir a Bahá'u'lláh. "En mi opinión, es preferible a los palacios de los reyes de la tierra, que inspiran temor; porque aquí los amigos de Dios con corazones libres están ocupados en mencionar el Nombre de Dios".
(Nabíl)
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Incitados por algunos líderes religiosos durante el mes de Muharram, una cantidad de hombres que se estaban flagelando, avanzaron sobre la casa de Bahá'u'lláh tarde en la noche, con el propósito de crear un alboroto.
"Abre la puerta y recibe a los huéspedes", fueron las palabras de Bahá'u'lláh dirigiéndose a Aqay-i-Kalím. Todos entraron, y la Bendita Belleza vino ante ellos. Con suma amabilidad y rostro sonriente, indicó que se le sirviera té a cada uno.
Después, completamente humillados y evidenciando una actitud de respeto sincero, partieron en silencio.
(Nabíl)

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La Bendita Belleza era una fuente de gran generosidad y merced para todos, pero particularmente con los pobres, a quienes les prestaba una atención especial. Siempre confería regalos a los minusválidos, a los huérfanos y a los necesitados a quienes encontraba durante Sus caminatas por la ciudad.
Una de estas personas era una anciana de unos ochenta años que vivía en un área marginal a través de la cual a menudo pasaba Bahá'u'lláh. Cada día, cuando caminaba de Su casa al café de Sar-i-Jisr, ella esperaba que Él pasara por la carretera. Bahá'u'lláh era muy amable con ella y siempre le preguntaba por su salud. Aunque Él no dejaba que ella besara Su mano, cada vez que ella deseaba besar Su rostro, debido a que estaba encorvada por la edad y era de corta estatura, Él Se inclinaba hacia abajo para que ella pudiera realizar su deseo. A menudo solía hacer esta observación: "Debido a que amo a esta anciana, ella también Me ama a Mí." Durante Su tiempo en Bagdad, le derramó Su amabilidad, y antes de partir para Constantinopla, hizo arreglos para suministrarle una pensión hasta el fin de sus días.
(Nabíl)
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Una noche en Ámul, mientras Bahá'u'lláh iba en camino a visitar a los babíes sitiados en Shaykh Tabarsí acompañado por algunos de Sus amigos, incluyendo a Mullá Báqir-i-Tabrizí, Hají Mirzá Jání de Káshán y Mirzá Yahyá, Su hermanastro, fueron arrestados y retenidos por funcionarios gubernamentales. Los sacerdotes clamaban que los ejecutaran, hasta que el gobernador interino, muy desconcertado e intentando detenerlos hasta el regreso del gobernador, ordenó que fueran apaleados. En ese punto intervino Bahá'u'lláh. "Estos son sólo mis compañeros" dijo, "y ellos son inocentes. Castigadme a Mi en su lugar." La Bendita Belleza fue apaleado tan fuertemente que Sus pies sangraban.
(Nabíl)
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En Sívás, en el camino de Bagdad a Constantinopla, un Shaykh que conocía bien el idioma persa y era un líder de una orden Sufí, recitaba varios poemas del Mathnaví (gran poeta Súfi, Jaláli'd-Dín-i-Rúmí) en presencia de Bahá'u'lláh. Cuando la Bendita Belleza notó su interés en esta poesía, Él le recitó, para su beneficio, un poema épico de más de sesenta versos del mismo libro, aunque nunca se Le había visto leer el Mathnaví, ni lo tenía con Él.
Notablemente conmovido por la gran generosidad que se le otorgó, el Shaykh partió evidenciando una alegría extrema.
(Nabíl)
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