"Aquel a Quien Dios hará manifiesto"

El Báb se refería a Bahá'u'lláh como "Aquel a Quien Dios hará manifiesto". Los Escritos del Báb, incluyendo Su Libro mäs Sagrado, el Bayán, contienen innumerables referencias de alabanza a Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Las que siguen son solamente algunas citas de los Escritos del Báb cuyo fin es poder vislumbrar la Estación de Bahá'u'lláh.

"...limpia tus oídos para que no pueda oír otra mención que la de Dios, y purifica tu vista para que no contemple a otro salvo a Dios, y tu conciencia para que no perciba cosa alguna excepto a Dios, y tu lengua para que no proclame nada sino a Dios, y tu conocimiento para que no comprenda nada fuera de Dios, y tu corazón para que no guarde otro deseo que no sea el de Dios, y purifica igualmente tus actos y tus propósitos para que puedas nutrirte en el paraíso del amor puro y puedas quizás llegar a la presencia de Aquel a quien Dios hará manifiesto, adornado con una pureza que Él aprecia en sumo grado, y estar sanfitificado de cualquiera que se haya alejado de Él y no Le apoye. "(Selección de los Escritos del Báb)

"Di: en verdad la complacencia de Aquel a Quien Dios hará manifiesto es la complacencia de Dios, mientras que el descontento de Aquel a Quien Dios hará manifiesto no es sino el descontento de Dios." (Selección de los Escritos del Báb)

A continuación, se cuenta la historia de Shaykh Hasan-i Zunúní, uno de los primeros seguidores del Báb, quien alcanzó la presencia de Aquel a Quien Dios hará manifiesto:

Shaykh Hasan mudó su residencia a Karbilá poco después de que el Báb le dirigiera estas palabras: “Debes viajar a Karbilá y permanecer allí hasta que contemples con tus propios ojos la belleza del prometido Husayn. En ese momento, recuérdame también y comunícale a Él Mi amorosa devoción. “

En Karbilá, Shaykh Hasan se ganaba la vida como escriba. Un día (5 de octubre de 1851) , mientras pasaba a través de la puerta interna del Mausoleo del Imán Husayn, contempló a la Bendita Belleza por primera vez. Bahá’u’lláh se volvió amorosamente hacia él y, tomando su mano, habló con un tono de poder y belleza: “Este mismo día intento hacerte conocer en todo Karbilá como Bábí”. Continuó hablando a Shaykh Hasan mientras caminaban juntos por la calle del mercado, hasta que de repente Él dijo: “Da gracias a Dios, porque te has quedado en Karbilá y has visto con tus propios ojos la belleza del prometido Husayn.”Con un profundo sentimiento de asombro, Shaykh Hasan recordó la promesa que le hiciera el Báb; tan intensa era su alegría que apenas podía contenerse.

(Nabíl-i-Azam, págs. 24, 25)