Vida de Bahá'u'lláh relatada por Abdú'l-Bahá
- Bahais Gran Asuncion
- Sep 22, 2017
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Esta noche deseo contarles algo de la historia de la Revelación Bahá'í. La Bendita Perfección, Bahá'u'lláh, perteneció a la familia real de Persia. Desde Su más temprana niñez fue distinguido entre Sus parientes y amistades. Ellos decían: “Este niño tiene un poder extraordinario”. En sabiduría, inteligencia, como fuente de nuevo conocimiento, Él estaba adelantado a Su edad y era superior a la mayoría. Era usual en ellos decir: “Semejante niño no vivirá”, porque es creencia común de que los niños precoces no alcanzan la madurez.
Durante el período de la juventud la Bendita Perfección no concurrió a la escuela. No estaba dispuesto a que Le enseñaran. Este hecho está bien establecido entre los persas de Tihrán. No obstante, era capaz de resolver los difíciles problemas de todos aquellos que venían a Él. Se Le encontraba en cualquier reunión, asamblea científica o discusión teológica. Se convirtió en una autoridad por Sus explicaciones sobre las intrincadas cuestiones que Le presentaban.
Antes de que falleciera Su padre, Bahá'u'lláh no buscó posición o puesto político a pesar de su relación con el gobierno. Frecuentemente decía: “¿Cómo es que un joven de inteligencia tan aguda y percepción sutil no busque nombramiento lucrativo? En realidad, todos los puestos están disponibles para Él”. Ésta es una afirmación histórica totalmente atestiguada por el pueblo de Persia. Era en extremo generoso, daba abundantemente a los pobres. Ninguno de los que venían a Él era rechazado. Las puertas de Su casa estaban abiertas a todos. Siempre tenía muchos huéspedes. Esta generosidad sin límites solía producir mayor asombro por el hecho de que Él no buscó posición ni prominencia. Al comentar sobre ello, Sus amigos decían que Se empobrecería, pues Sus gastos eran muchos y Su riqueza se tornaba cada vez más limitada. “¿Por qué no piensa en Sus propios asuntos?” se preguntaban los unos a los otros; pero algunos que eran sabios declaraban: “Este personaje está conectado con otro mundo; tiene algo sublime dentro de Sí que ahora no es evidente; llegará el día en que ello se manifestará”. En verdad, la Bendita Perfección era un refugio para los débiles, un amparo para los temerosos; bondadoso con los indigentes; indulgente y amoroso con todas las criaturas.
Llegó a ser renombrado debido a estas cualidades aun mucho antes de que apareciese el Báb. Luego Bahá'u'lláh declaró que la misión del Báb era verdadera y promulgó Sus enseñanzas. El Báb anunció que tendría lugar una Manifestación mayor después de Él y llamó al Prometido “Aquél a Quien Dios hará manifiesto”, diciendo que nueve años más tarde la realidad de Su propia misión se haría evidente. En Sus escritos Él afirmó que al noveno año este Esperado sería conocido; que al noveno año ellos alcanzarían toda gloria y felicidad; que al noveno año ellos avanzarían rápidamente. Entre Bahá'u'lláh y el Báb existía una comunicación privada. El Báb escribió una carta conteniendo trescientos sesenta derivados de la raíz Bahá. El Báb fue martirizado en Tabriz; y Bahá'u'lláh fue exiliado a Iráq, en 1852. Se anunció a Sí mismo en Baghdád. Debido a que el gobierno persa había decidido que en tanto Él permaneciese en Persia la paz del país sería perturbada, fue exiliado con la esperanza de que Persia volviera a estar en paz. Su destierro, sin embargo, produjo el efecto contrario. Hubo un nuevo tumulto, y la mención de Su grandeza e influencia se difundió en todas partes a través el país. La proclamación de Su manifestación y misión se realizó en Baghdád. Allí Él reunió a Sus amigos y les habló de Dios.
En cierto momento, Él dejó la ciudad y fue solo a las montañas de Kurdistán, donde moró en cuevas y grutas. Parte de este tiempo lo vivió en la ciudad de Sulaymáníyyih. Pasaron dos años durante los cuales ni Sus amigos ni la familia sabían exactamente dónde Se encontraba.
Aunque Bahá'u'lláh Se hallara solitario, recluido e ignorado en Su retiro, se extendió por todo el Kurdistán la noticia de que se trataba de un Personaje muy erudito, dotado de un maravilloso poder de atracción. En poco tiempo el Kurdistán fue atraído por Su amor. Durante este período Bahá'u'lláh vivió en la pobreza. Sus ropas eran las de los pobres y los menesterosos. Su alimento era el de los indigentes y humildes. Una atmósfera de majestad formaba una aureola a Su alrededor como el sol del mediodía. En todas partes era reverenciado y amado.
Después de dos años regresó a Baghdád. Los amigos que había conocido en Sulaymáníyyih vinieron a visitarlo. Lo encontraron en Su ambiente acostumbrado de tranquilidad y abundancia espiritual y quedaron atónitos ante los nombramientos de Aquel que había vivido recluido en el Kurdistán en tan frugales condiciones.
El gobierno persa creyó que el destierro de Persia de la Bendita Perfección significaría el exterminio de Su Causa en ese país; en cambio se dieron cuenta de que se esparcía más rápidamente. Su prestigio aumentaba; Sus enseñanzas se propagaban más ampliamente. Entonces los jefes de Persia usaron su influencia para hacer que Bahá'u'lláh fuese desterrado de Baghdád; fue llamado a Constantinopla por las autoridades turcas. Mientras se hallaba en Constantinopla, Él ignoró todas las restricciones, especialmente la hostilidad de los ministros del estado y del clero. Pero los representantes oficiales de Persia nuevamente ejercieron su influencia sobre las autoridades turcas y lograron que Bahá'u'lláh fuese deportado de Constantinopla a Adrianópolis, el objetivo era mantenerlo lo más lejos posible de Persia y hacer más difícil Su comunicación con ese país. No obstante, la Causa seguía esparciéndose y fortaleciéndose.
Finalmente, consultaron entre ellos y dijeron: “Hemos desterrado a Bahá'u'lláh de un lugar a otro, pero cada vez que Él es exiliado Su Causa se extiende más ampliamente, Su proclamación aumenta en poder, y día tras día Su lámpara se hace más brillante. Este se debe al hecho de que Lo hemos exiliado a grandes ciudades y centros populosos. Por tanto, Lo enviaremos a una colonia penal como prisionero para que todos Lo conozcan asociado con asesinos, ladrones y criminales; en poco tiempo Él y Sus seguidores perecerán”. El sultán de Turquía, entonces, Lo desterró a la prisión de 'Akká, en Siria [actualmente situado en Israel].
Cuando Bahá'u'lláh llegó a 'Akká, mediante el poder de Dios, fue capaz de izar Su bandera. Al comienzo Su luz había sido una estrella, ahora se convirtió en un poderoso sol, y la iluminación de Su Causa se extendió desde el Este al Oeste. Dentro de las murallas de la prisión Él escribió Epístolas a todos los reyes y gobernantes de las naciones, llamándolos al arbitraje y a la paz universal. Algunos de los reyes recibieron Sus palabras con desdén y menospreciándolas. Uno de ellos fue el sultán del reino otomano. Napoleón III de Francia no respondió. Una segunda Epístola le fue dirigida. Ella expresaba: “Te he escrito una Epístola antes de ésta convocándote a la Causa de Dios, pero tú eres de los negligentes. Has proclamado que eras el defensor de los oprimidos; ahora se ha hecho evidente que no lo eres. Ni siquiera eres bondadoso con tu pueblo sufriente y sojuzgado. Tus acciones son contrarias a tus propios intereses, y tu orgullo real debe caer. Debido a tu arrogancia Dios pronto destruirá tu soberanía. Francia te abandonará, y serás abrumado por una gran conquista. Habrá lamentos y duelo, mujeres lamentando la pérdida de sus hijos”. Esta denuncia contra Napoleón III fue publicada y difundida.
Leedla y reflexionad: un Prisionero, aislado y solitario, sin asistente o defensor, un extranjero y extraño encarcelado en la fortaleza de 'Akká, escribiendo tales cartas al emperador de Francia y al sultán de Turquía. Meditad sobre esto: cómo Bahá'u'lláh izó el estandarte de Su Causa en la prisión. Remitíos a la historia. No tiene paralelo. No ha sucedido cosa igual antes de este tiempo ni después - un Prisionero y exiliado promoviendo Su Causa y diseminando Sus enseñanzas por todas partes de forma tal que eventualmente se volviese lo suficientemente poderoso para conquistar al propio rey que Lo desterró.

Su Causa se difundía cada vez más. La Bendita Perfección fue prisionero durante veinticinco años. Durante todo ese tiempo estuvo sometido a las indignidades y denuestos de la gente. Fue perseguido, escarnecido y encadenado. Sus propiedades en Persia fueron saqueadas y Sus posesiones confiscadas. Primero fue el destierro de Persia a Baghdád, luego a Constantinopla, luego a Adrianópolis, finalmente desde Rumelia a la fortaleza-prisión de 'Akká.
Durante toda Su vida, Él estuvo intensamente activo. Su energía era ilimitada. A duras penas alguna noche gozaba de sueño reparador. Soportó estas ordalías, sufrió estos infortunios y dificultades para que una manifestación del desprendimiento y servicio se hiciera evidente en el mundo de la humanidad; para que la Más Grande Paz se convierta en realidad, para que las almas humanas se asemejen a los ángeles del cielo, para que se produzcan milagros celestiales entre los hombres, para que la fe humana sea fortalecida y perfeccionada. Para que el precioso, inapreciable don de Dios - la mente humana - pueda desarrollarse hasta la plenitud de su capacidad en el templo del cuerpo; y para que el hombre pueda convertirse en el reflejo y semejanza de Dios, tal como ha sido revelado en la Biblia: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”.

En resumen, la Bendita Perfección soportó todas estas ordalías y calamidades para que nuestros corazones se vuelvan encendidos y radiantes, nuestros espíritus sean glorificados, nuestras faltas se conviertan en virtudes, nuestra ignorancia se transforme en conocimiento. Para que logremos los frutos reales de la humanidad y obtengamos gracias celestiales; para que aunque peregrinos sobre la tierra, recorramos el camino del reino celestial, y aunque pobres y necesitados, podamos recibir los tesoros de la vida eterna. Por esto Él ha soportado estas dificultades y aflicciones. Confiad todo a Dios. Las luces de Dios son resplandecientes. Las benditas Epístolas se están diseminando. Las benditas Enseñanzas se están promulgando a través del Este y del Oeste. Pronto veréis que las Palabras celestiales han establecido la unidad del mundo de la humanidad. La bandera de la Más Grande Paz ha sido desplegada, y la gran comunidad está surgiendo.
Promulgación de la Paz Universal, Charla 11, pg.52 - Abdu'l-Bahá
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