Bahá'u'lláh relata una historia de cuando era Niño
- Bahais Gran Asuncion
- Oct 1, 2017
- 3 min read
Bahá’u’lláh recuerda un show de marionetas cuando era niño
Cuando todavía era un niño y no había llegado a la edad de la madurez, Mi padre hizo los preparativos para la boda de uno de Mis hermanos mayores en Teherán, cuyas celebraciones, según la costumbre de esa ciudad, duraron siete días y siete noches. El último día se anunció que iba a representarse la obra “Sháh Sultán Salím”. Una gran cantidad de príncipes, dignatarios y personas eminentes de la capital se reunieron para la ocasión. Estaba Yo sentado en una de las habitaciones superiores del edificio y observaba la escena. En un momento armaron una tienda en el patio y, al poco tiempo, aparecieron unas figuritas conforma humana del tamaño de la palma de la mano que anunciaban: “¡Se acerca Su Majestad! ¡Colocad los asientos enseguida!” Aparecieran otras figuras, unas barriendo y otras rociando agua, y seguidamente otra, a la que se anunció como pregonero principal de la ciudad, alzó la voz para convocar al pueblo de la ciudad a una audiencia con el rey. Después, hicieron acto de presencia varios grupos de figuras y tomaron sus puestos: los primeros lucían sombreros y fajas al estilo persa, los segundos empuñaban hachas de guerra y los terceros eran lacayos y verdugos que portaron bastones para golpear los pies. Finalmente, ataviado con majestuosidad regia y coronado con una diadema real, la figura de un rey, que se comportaba con la mayor altanería y magnificencia, a veces avanzando y a veces parándose, y procedió a sentarse en su trono con gran solemnidad, elegancia y dignidad.
En ese momento hubo una descarga de tiros, sonaron las trompetas, y el rey y la tienda se sumieron en una cortina de humo. Cuando aclaró, el rey, sentado en su trono, estaba rodeado por una comitiva de ministros, príncipes y dignatarios de Estado quienes, después de ponerse en su sitio, se mostraban solícitos ante su Majestad. Llevaron a un ladrón que habían capturado ante el rey, quien ordenó que decapitaran al delincuente. Sin esperar ni un momento, el verdugo principal le cortó la cabeza del ladrón, y salió un líquido a modo de sangre. Después, el rey sostuvo una audiencia con su corte, en la cual se informó que se había levantado una rebelión en una de las fronteras. Inmediatamente, el rey pasó revista a sus tropas y despechó a varios regimientos con apoyo de la artillería para sofocar el alzamiento. Momentos después se oyó cómo los cañones bombardeaban desde detrás de la tienda y se anunció que había empezado una batalla.
Este Joven observaba el escenario con gran asombro. Cuando acabó la audiencia real, cayó el telo y, al cabo de unos veinte minutos, salió un hombre desde detrás de la tienda con una caja bajo del brazo.
“¿Qué es esa caja?” le pregunté “¿y cuál era el sentido de esta representación?”.
“Toda esta representación fastuosa y todos estos artilugios ingeniosos”, respondió, “el rey, los príncipes, los ministros, su pompa y gloria, su fuerza y poder, todo lo que has visto, están ahora dentro de esta caja”.
¡Juro por Mi Señor, Quien mediante una sola palabra de Su Boca ha hecho existir todas las cosas creadas! Desde aquel día, todos los adornos del mundo son, a ojos de este Joven, similares a ese espectáculo. Nunca han tenido ni tendrán ningún valor ni importancia, ni aun en la medida de un grano de mostaza. Cuánto me ha maravillado que los hombres se enorgullezcan de semejantes vanidades mientras que los perspicaces, antes de ver ninguna evidencia de gloria humana, perciben con certeza lo inevitable de su evanescencia. “¡Nunca he mirado nada sin ver en ello extinción y Dios, verdaderamente, es testigo suficiente!”
El Llamamiento del Señor de las Huestes, pg.102
Komentáre